lunes, 8 de marzo de 2010

Dicen que hoy ha sido el día más frío de todo el invierno.

Llegas sin llaves, y esperas a que alguien llegue al portal con una sonrisa, te de un abrazo y abrais las puerta juntos, pero tienes que esperar, y mientras tanto hablas por teléfono con la persona a la que siempre llamas cuando quieres hablar con alguien, entonces, a lo lejos, ves como la vecina del quinto, la cual está senil desde que tienes capacidad para diferenciar qué persona está bien y quién no lo está, y no sólo eso, la señora se las arregla siempre para encontrarse contigo cada fin de semana que decides volver a casa, y hablar contigo del tiempo y de lo guapo que estás.


Al final alguien llega, y os toca subir con la vecinita, que no ha hecho otra cosa que simular que estaba buscando las llaves, mientras observaba detenidamente cómo hablabas por teléfono, con una sonrisa en la cara por haber sido tan inesperada "coincidencia". Y esta vez sabes que no, no es el ego el que te engaña.


Después, en casa, recibes un sobre oscuro, en el que habías pensado encontrar dos nombres, siempre esperas que la situación sea mejor, que todo el mundo sonría y quiera a la persona que está al otro lado del teléfono. A veces piensas que tu paciencia se acaba, y que llegará el momento en que si ellos no quieren sonreir contigo, harás como cuando eras un niño, y otros niños te decían "vale, ahora puedes jugar, pero sólo tú", a lo que tú respondías de manera orgullosa "o todos, o ninguno".




"O TODOS, O NINGUNO".

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